viernes, 8 de mayo de 2015

¿Recuerdas los monstruos?


<<Intento expresarlo, pero algo me lo impide. Tengo miedo, miedo de la sentir de nuevo ese dolor. No debería volver a intentarlo, ni siquiera debería pensarlo, pero aquí estoy con la mente llena de estos pensamientos ¿Seré idiota?>> pensó Darren al salir de casa.

  Caminó tranquilo por la acera, observando a los transeúntes que se le cruzaban. Su camino estaba ya decidido, no necesitaba de señales, ni mapas. Él conocía perfectamente su destino, y parecía tan acostumbrado a ese camino que ni siquiera necesitaba poner atención por donde iba, sus pies le guiaban. Al pasar por una tienda decidió comprar una soda, pues el día estaba bastante caluroso. Siguió el rumbo, y una sonrisa de dibujo en su rostro cuando sus ojos se posaron sobre la puerta de un edificio que él conocía muy bien.

   Sin mayor demora cogió sus llaves he ingreso en el lugar, al entrar decidió ignorar el ascensor. Siempre había preferido las escaleras, por lo que subió tras un suave tatareo, pues no pudo evitar recordar una canción. Subió exactamente 6 pisos, no era un edificio muy alto y su arquitectura clásica siempre había fascinado a Darren. Cogió una vez más sus llaves y abrió la puerta del departamento 606. Al entrar escucho música, y comenzó a reír al notar que la canción que se podía oír coincidía con la que había estado tatareando.

   Recorrió la sala, miro los cuadros y libros que habían en él, tomó uno de los libros y escribió en la primera pagina las palabras; “¿Escuchas los sonidos del reloj? El tic tac es muy similar al corazón” Luego siguió con la inspección de la habitación, y una vez que se sintió satisfecho se paro frente a la puerta del dormitorio. Del otro lado podían oírse algunos gemidos. Darren lo dudo solo un segundo, pero la sonrisa no se borro de su rostro. Con mucha calma giró el pomo de la puerta e irrumpió en ella. Dentro encontró a una pareja desnuda entre las sabanas de la cama, la mujer al verlo se sobresaltó.

-Sorpresa, he venido a saludar –Exclamó Darren con una sonrisa –Este lugar está demasiado iluminado, me desagrada. Los vecinos de los otros edificios podrían verles.

-¿Darren? ¿Qué estás haciendo aquí? Tú…. ¿Por qué? –Dijo la mujer cubriéndose la desnudez con una sabana, lo miraba atemorizada y con los ojos empapados en lagrimas.

-Carín, ¿Por qué te sorprende? Ya te lo he dicho ¿No? He venido a saludar, compre las flores que te gustan, cariño –Dijo Darren con calma.

-Darren yo puedo explicártelo, pero no lo entenderías, nunca me has entendido… yo… –Dijo Carín con tartamudeos y sollozos.

-Al parecer yo le doy más satisfacción a tu pequeña muñeca en la cama que tú, solo lárgate –Dijo el hombre que se hallaba junto a Carín.

-Puede ser, puede no ser, depende de gustos –Respondió Darren tras un suspiro –Pero podría unirme, tal vez ambos aprendamos algo.

-Darren… ¿Te has vuelto loco? Vete, hablaremos después –Grito Carín, tenía la cara empapada de lagrimas y lucia realmente aterrada.

-Pues que comience el juego –Dijo Darren y una perturbadora sonrisa fue la que esta vez apareció en su rostro.

-Estás loco, lárgate o te saco a patadas –Gritó el hombre y se abalanzó sobre Darren, quién esquivó el golpe y lo tomo por el cuello inyectándole la aguja de una jeringa que contenía un extraño líquido.

-Darren, dios mío, ¿Esta muerto? –Grito Carín y se arrodillo junto al hombre.

-¿Muerto? Por Dios Carín, claro que no, no sería divertido. Bien este lugar no me gusta como esta, hay que limpiarlo, no podre dormir en estas sabanas ensuciadas por este maldito bastardo. Realmente sería asqueroso ¿No crees?

-Darren, no tenías que hacer esto. Tú lo sabías, ¿Verdad? Lo nuestro… -Pero Carín fue interrumpida por Darren quien le puso una mano sobre la boca y la miró fríamente.

-Carín si vuelvo a oír tu voz no tendré más remedio que arrancarte la lengua, así que cariño no me tientes –Entonces la soltó y Carín lo miró llena de pánico-Continuando dime Carín ¿Qué es lo que más te gustaba de este hombre?

 Darren tomo al hombre y lo colocó sobre la cama, lo examinó pensativo, después de un rato se dirigió a una caja que había sobre una repisa y de ella sacó un estuche negro. Al abrirlo contenía una cantidad de cuchillos de cirujano. Acercó uno de los cuchillos al rostro del hombre y comenzó a realizar cortes sobre su rostro. Carín por su parte aterrada, intentó escapar de la habitación en busca de su celular, pero lo encontró sumergido en un vaso de agua. Entonces intentó abrir la puerta del departamento pero esta estaba cerrada y por más que miró por todas partes no encontró las llaves. Gritó desesperada pero su voz parecía silenciarse con los estruendos de las calles, además recordó que en el piso 6 de este edificio todos los departamentos de alrededor estaban vacios.

-Sabes que escogí este lugar por su tranquilidad, no hay vecinos, y en los pisos inferiores solo viven un par de ancianos bastante sordos o personas que pasan todo el día fuera de casa. Así que puedes hacer todo el ruido que quieras, nadie puede oírnos amor.

-Estás loco maldito bastardo, hijo de perra. Déjame salir de este puto lugar, ¿Qué mierda piensas hacer loco de mierda?

-Un vocabulario bastante vulgar para una mujer… supongo que sí, supongo que ya es parte de ti. Digo, ahora que te has vuelto una maldita prostituta, lo vulgar te queda.

-Sabes que lo nuestro no iba a funcionar, somos diferentes Darren ¡Déjame ir por favor!

-Mira ha quedado muy bien, lo he arreglado no te parece, pensaba arrancarle los ojos pero si lo hiciera no podría ver la maravilla que he creado –Dijo Darren con una sonrisa y admirando el rostro del hombre que estaba completamente desfigurado. Le faltaba una oreja y un pedazo de nariz. Sus labios estaban completamente destrozados. Las partes que habían sido cortados fueron unidas nuevamente a través de costuras bastante imprudentes y sin cuidado, por lo que la cara había quedado totalmente irreconocible.  

-¿Qué mierda le has hecho? Basta por favor, detén esta locura, Darren. Te juro que te denunciaré, te quitaran tu licencia de medico porque eres un maldito enfermo de mierda.
-Basta de escándalos, yo solo estoy haciéndote un favor Carín, quiero que seas feliz y esta es la prueba perfecta, obsérvalo.

Carín se abalanzó sobre Darren, quien la  detuvo al instante al sostenerla  por los brazos y la arrojo sobre la cama. Se puso sobre ella, afirmando con fuerza sus muñecas la miró y seriamente le dijo:

-Quisiste ser la princesa de un castillo imaginario, jugaste a ser la dulce y frágil, pero te enamoraste del villano. Así que decidiste buscar al príncipe, ¿Verdad? Pues la cruel realidad es esta, el encantador príncipe tras caída la noche se ha trasformado en un monstruoso ser. ¿Podrás seguir amándolo? Aún bajo la mirada de un rostro desfigurado ¿Interesante no lo crees? Yo quiero saber cómo termina esta historia, ¿Cuéntame si vivieron felices para siempre?

 Entonces Darren soltó a Carín, quien estaba paralizada. Su mirada se congeló, y su voz pareció apagarse. Darren pareció realmente satisfecho, y se encaminó hacia la puerta.

-Realmente me gusta este lugar, es el creador de los cuentos de hadas más fascinantes, y hablo de los verdaderos cuentos. Así que te pediré que construyas tu pequeño reino en otro lugar, espero puedas irte antes de mañana –Dijo Darren al pie de la puerta con una dulce sonrisa mientras miraba a Carín que aún parecía congelada, como si el tiempo se hubiese detenido.

Cerró la puerta del apartamento y de camino por el pasillo hacia las escaleras hizo una mueca de asco, entonces se olfateo la camisa, y agitó la cabeza en forma de negación.

-Creo que me costará quitar este olor a puta, supongo que siempre puedo comprar otra camisa.



Por Meg Holmes Kuroba

  “¿Escuchas los sonidos del reloj? El tic tac es muy similar al corazón” 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario