domingo, 26 de agosto de 2012

Apaga la luz, ya es hora de dormir.

 Sentada junto a la ventana. Observa el cielo. Una escalofriante sonrisa se dibuja en su rostro.

-¡Que romántico! La luna y las estrellas. Fuente de inspiración para los poetas y el escenario perfecto para los amantes. ¡Que se levante el telón! ¡Observemos a los enamorados!

El joven que la miraba desde el otro extremo de la habitación, camina lentamente hacia la ventana. Cierra las cortinas, ocultando de esta manera la vista del cielo nocturno.

-El que no tengas pareja para el baile de esta noche, no significa que debas burlarte de las que si lo consiguieron ¿No crees?
-¿Por qué el príncipe desiste de la misión de rescatar a la princesa? ¿Es que ya no la ama?     
-Y ¿Ella lo ama? ¿Por qué la pequeña y caprichosa princesa espera, a que el príncipe haga todo el trabajo? ¿Por qué debe ser el quien arriesgue la vida, luche contra feroces bestias, atraviese lúgubres mazmorras, mientras la dulce niñita se queda contemplando el cielo? Si me lo preguntas, es una hazaña muy estúpida.