Mientras él imaginaba ser el presidente de una poderosa compañía Yo alucinaba con ser la guerrera de un lejano reino. Él quería ganar dinero y representar poder. Yo solo quería ser respetada por mi valentía y habilidad con la espada. Él soñaba con destruir a su competencia en los negocios. Yo con vencer a criaturas legendarias. Él anhelaba... No lo sabe. Antes sí, ahora ya no. Ha logrado conseguir todo lo que siempre deseo y llegar a lo más alto. No queda más. Se siente vació Mientras el ganaba millones pisoteando a sus amigos y enemigos, yo aprendí a soñar, a creer e imaginar. Todas sus compañías nocturnas resultan ser vacías sin esperanzas, ni sueños. Solo juegan por diversión. No hablan, ni escuchan, son como muñecas. Yo en cambio poseo un pequeño y humilde departamento en el centro. En donde comparto un café con quién me hace reír con cada historia, y presta atención a mis habladurías Él duerme para descansar de los números. Yo para soñar.
Es Navidad. Nos cruzamos en la calle, no me notó. Él estaba cargado de papeles y no paraba de hablar por el móvil. Yo disfrutaba ver las vitrinas de las tiendas mientras recorría tranquilamente la acera de la mano de mi novio. Él para navidad le regalo a su prometida un fino collar de diamantes, ella corrió a presumirlo con sus amigas, y otra pulsera finísima a su amante. Yo no recibí joyas, ni costosos accesorios. Solo un hermoso cuadro. No era un Picasso ni un Dalí, se trataba de un autor desconocido. Quién, trazó, pintó y enmarcó pensando en una sola persona, yo. En la pintura se vislumbraba la figura de una guerrera luchando contra el demonio de la corrupción, el odio, la envidia y la venganza.
by Meg Holmes Kuroba
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